No todos los pacientes con insuficiencia cardiaca tienen que tomar aspirina u otros antiagregantes plaquetarios (triflusal, clopidogrel). Habitualmente el médico se lo indicará sólo a los pacientes que ya han tenido un infarto de miocardio, o a aquellos que tienen un riesgo alto de padecerlo.

Estos fármacos inhiben la activación de las plaquetas, que son células de la circulación sanguínea fundamentales para la formación de los coágulos. Los coágulos sanguíneos son absolutamente necesarios para nuestra supervivencia, pues permiten cerrar pequeñas roturas que se producen constantemente en las paredes de las arterias y de las venas; pero por otro lado son peligrosos, porque pueden obstruir totalmente el interior de las arterias y de las venas. Si una arteria se obstruye, el órgano al que llevaba la sangre sufre un infarto (que significa muerte de una parte o de todo el órgano). Los coágulos también pueden viajar, desde donde se han formado, por el interior de la circulación (en este caso pasan a llamarse émbolos), y producir infartos en otros órganos lejanos: por ejemplo un infarto cerebral por embolia desde otro origen.

Por ello, los antiagregantes plaquetarios se utilizan en algunos pacientes para reducir el riesgo de infarto cerebral o cardiaco. Por otro lado, en aquéllos que ya han sufrido un infarto disminuyen la posibilidad de que vuelva a ocurrir. El triflusal es un antiagregante plaquetario semejante a la aspirina. El clopidogrel se usa en ocasiones como alternativa a la aspirina en pacientes que no pueden tomar esta última, como ocurre en algunos pacientes asmáticos y los que han tenido hemorragias gástricas en el pasado. El clopidogrel se administra también, durante un periodo de tiempo, tras la implantación de una especie de muelle (stent) que permite limpiar las arterias coronarias que presentan obstrucciones importantes en su pared. Algunos pacientes deben tomar a la vez aspirina y clopidogrel si el médico así se lo indica.

En las personas sanas no se recomienda tomar un antiagregante como método para prevenir un posible infarto en el futuro. La aspirina es el antiagregante plaquetario más utilizado. La dosis necesaria para lograr inhibir las plaquetas es menor (en torno a 100 mg) de la que se emplea cuando se usa la aspirina como analgésico o antiinflamatorio (500-1000 mg). El efecto secundario más importante de los antiagregantes plaquetarios (de todos, incluyendo el triflusal y el clopidogrel) son los sangrados, habitualmente leves, aunque en ocasiones pueden ser graves. El sangrado en el estómago es uno de los más frecuentes, por lo que su médico puede darle protectores gástricos (omeprazol o similares) para intentar evitarlo.