Existen distintos tipos de dispositivos implantables que pueden ser necesarios en algunos pacientes con insuficiencia cardiaca: los marcapasos, los desfibriladores automáticos implantables y los resincronizadores.
Estos dispositivos son aparatos de un tamaño reducido que permiten aplicar un tratamiento al corazón cuando es necesario. Se colocan debajo de la piel del tórax, habitualmente cerca de la clavícula izquierda, y llegan hasta el corazón a través de unos cables (de 1 a 3, dependiendo del tipo de aparato) introducidos por las venas del tórax.
Los más antiguos son los marcapasos. Se utilizan en aquellos pacientes que tienen alguna anomalía en la generación o en la conducción del estímulo eléctrico propio del corazón, por lo que el corazón late demasiado lento. En estos pacientes, los marcapasos estimulan al corazón aplicándole una pequeña descarga eléctrica logrando que se contraiga de forma rítmica y a una frecuencia cardiaca mayor (a la frecuencia a la que programemos el aparato, 60 latidos por minuto por ejemplo). Los cables de los marcapasos pueden ser 1 ó 2, y llegan al lado derecho del corazón, donde aplican la descarga. Los pacientes con insuficiencia cardiaca solamente necesitan un marcapasos si además tienen algún tipo de bloqueo en la transmisión del estímulo eléctrico.
Los desfibriladores automáticos implantables (su abreviatura es DAI en español, ICD en inglés) son aparatos más complejos que los marcapasos. Vigilan el ritmo del corazón durante años, latido a latido. Si todo va bien sólo vigilan y no hacer nada, es como el sistema de alarma de una casa. Pero si de repente se produce una arritmia ventricular maligna el aparato se pone en funcionamiento para intentar quitarla. Al principio emplea un tratamiento suave, de forma que el paciente puede no darse cuenta de que el desfibrilador se ha activado. Pero si con esto no es suficiente, el aparato aplica finalmente una descarga eléctrica relativamente potente al corazón, lo suficiente como para quitar la arritmia. El paciente lo nota como un dolor intenso en el pecho, aunque en ocasiones no percibe exactamente dolor sino algún otro tipo de sensación rara. ¿A qué pacientes se les pone un desfibrilador automático implantable? De forma simplificada, los motivos principales por los que se implanta un desfibrilador en un paciente son dos: o bien porque ya haya presentando una arritmia ventricular maligna en el pasado y se le coloca el desfibrilador por si presenta de nuevo otra; o bien, porque el paciente tenga un corazón muy debilitado, especialmente si ha tenido un infarto de miocardio en el pasado, pues estos corazones son los más propensos a presentar de repente una arritmia ventricular maligna. Los desfibriladores, como los marcapasos, tienen también 1 ó 2 cables que llegan al lado derecho del corazón. Todos los desfibriladores tienen además función de marcapasos incorporada en el mismo aparato, por si fuera necesario en un futuro.
Los resincronizadores son los dispositivos más sofisticados de todos. Pueden llegar a tener hasta 3 cables que llegan al corazón (tanto al lado derecho como al lado izquierdo del corazón). En un corazón normal, los dos ventrículos (el izquierdo y el derecho) se contraen a la vez, de forma sincronizada. Sin embrago, algunos pacientes con insuficiencia cardiaca presentan una contracción no sincronizada de ambos ventrículos (uno se contrae antes que el otro). Para solucionarlo, el resincronizador aplica una pequeña descarga eléctrica a los dos ventrículos a la vez, logrando que se contraigan de forma sincronizada (como su indica su nombre -resincronizador-). Por lo tanto, el resincronizador es un marcapasos (estimula al corazón para que se contraiga) pero en vez de estimular un solo ventrículo lo hace en los dos ventrículos a la vez. Como los pacientes que reciben un resincronizador tienen el corazón muy debilitado, el mismo aparato puede tener también función de desfibrilador, para tratar las arritmias ventriculares malignas en caso de que aparezcan. Los resincronizadores han demostrado aumentar la supervivencia de los pacientes que los reciben, e incluso pueden aumentar la fuerza global con la que se contrae el corazón.
Los marcapasos, los desfibriladores automáticos implantables y los resincronizadores tienen una batería (como la de un teléfono móvil) que es la que suministra la energía durante años. Esta batería es lo que se puede palpar debajo de la piel del pecho. La duración de la batería es variable: si el aparato está sólo vigilando (como ocurre con los desfibriladores), pero no tiene que dar ninguna descarga eléctrica en cada latido, gasta muy poca batería y durará más. Sin embargo, si el aparato está continuamente funcionando (como ocurre con los resincronizadores y en algunas ocasiones con los marcapasos), la batería se agotará antes. En general, la vida media de la batería es de varios años. Cuando se agota hay que volver a abrir la herida del pecho y cambiar la batería, no lo cables que llegan al corazón ya que se usan los mismos.
Las complicaciones que pueden presentar estos aparatos son variadas. Cuando se implantan, es posible la aparición de las complicaciones propias de toda cirugía, aunque sea menor: infección de la herida, sangrado, etc. Los desfibriladores a veces pueden pensar que se está produciendo una arritmia ventricular maligna cuando en realidad es falso, y dar una descarga eléctrica al paciente sin necesidad. Con la tecnología actual esto es raro, por lo que el paciente no debe preocuparse.
Si el paciente nota que recibe una descarga del desfibrilador automático implantable debe ponerse en contacto sin urgencia con los médicos que se lo han implantado para revisar qué ha ocurrido. Si recibe varias descargas seguidas o varias en un mismo día, en este caso sí es importante que comunique con sus médicos cuanto antes para contarles lo sucedido.